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Una estética de lo mínimo

Jorge López Anaya, La Nacion, Buenos Aires | 2007

Jorge Macchi, un creador joven de notable prestigio, expone sugerentes "enigmas"en la galería Ruth Benzacar.

Las obras de Jorge Macchi pueden ser leídas como un conjunto de relatos aparentemente diversos, que conservan entre sí una serie de vínculos o articulaciones comunes. Según el artista, lo que permanece en todas las propuestas son los mecanismos creativos que utiliza: el azar, la descontextualziación, los desplazamientos de sentido, el acento puesto en lo marginal y en el residuo.

Algunas de estas estrategias son visibles en Hotel (2007), una instalación compuesta por una lámpara de escasa calidad, acoplada al muro. La pared adyacente está pintada con diseños decorativos azules, muy comunes en los viejos papeles de empapelar. Pero en esta obra existe un "engaño" propuesto como enigma al espectador. La lámpara, que está apagada, se percibe como encendida. Es la pintura del muro, más difusa en los sectores alejados de la fuente luminosa, la que produce el falaz efecto visual.

Otra obra, Red Negra (2007), es un planisferio impreso, de uso escolar, convertido en una red ortogonal de hilos que ocupan el lugar de los meridianos y las paralelas. Cinco notas (2007), una instalación, está integrada por ese número de cables de acero que cruzan la sala de exhibición de lado a lado y atraviesan una hoja de papel pautado en cinco lugares, remitiendo a las notas musicales (los pentagramas y la música son constantes en la obra de Macchi). Streamline (2006), por su parte, es un video realizado en colaboración con el músico Edgardo Rudnitzky. Todos los trabajos están concebidos en una escala "micro", con una "mínima intervención" sobre el objeto o el material.

El enigma

En la obra de Macchi, desde sus inicios, fueron muchos los motivos humildes, sencillos, que se convirtieron en situaciones de pura paradoja (entendida esta, según una de las acepciones del Diccionario de la Real Academia Española, como "aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencias de verdadera"). Sin duda alguna, es un artista que apuesta a la obra de arte como "un misterio a investigar". Las referencias a Duchamp y a Borges encarnan la idea de que no existe el verdadero sentido; el espectador debe hallar, casi sin ayuda, los secretos y las mentiras. Predomina el enigma. La palabra griega "ainigma", que es neutra, significa lo que se deja entrever a través de una palabra oscura o mediante equívocos

Macchi, en todos los casos, utiliza un reducido conjunto de modos de producción: apropiación de mapas y otros objetos, manipulación de signos, desplazamientos o desordenes visuales. Con estas operaciones consigue opacar o retrasar la transmisión del sentido, la hace más lenta (algo similar al concepto de extrañamiento [ ostranenie ], enunciado por Víctor Sklovski, uno de los formalistas rusos, en 1917). El espectador, de esta manera, deja de ser un pasivo contemplador para asumir el estatus de lector activo de mensajes visuales (algunas veces cruzados por el sonido o por el texto).

Hace veinte años, Jorge Macchi (Buenos Aires, 1963), un artista que recién se iniciaba, graduado en la Escuela Nacional de Bellas Artes, participó en una muestra colectiva en la galería Ruth Benzacar. En esa época integraba el Grupo de la X, de efímera existencia. Luego se presentó en el mismo espacio de manera individual en varias oportunidades: Música incidental, en 1998; Fuegos de artificio, en 2002; Dopelgänger, en 2005.

Durante esas dos décadas, su prestigio y reconocimiento en los principales centros culturales de Latinoamérica y Europa crecieron de manera casi desconocida por los artistas argentinos. En los últimos años participó en las Bienales de Venecia, San Pablo, Estambul, Mercosur (Porto Alegre) y La Habana. La próxima Bienal del Mercosur presentará una muestra monográfica de sus obras. Museos y colecciones públicas de Europa han adquirido varios de sus trabajos: Tate Modern de Londres, Museo de Arte Contemporáneo de Amberes, Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, Museo de Arte Contemporáneo de Vigo, etcétera.

Un detalle de la conocida obra de Macchi, The speakers corner, compuesta con comillas (el signo ortográfico que se pone al principio y al fin de las citas) recortadas de periódicos, sujetas con alfileres, fue el motivo central de la imagen institucional de la última versión de la Bienal de San Pablo. Las comillas se multiplicaban en el cartel de la fachada, en los afiches y los pases de prensa. La obra alude al Rincón de los oradores de Hyde Park, en Londres, donde se reúnen grupos de personas para escuchar los discursos o proclamas de toda clase de oradores que pueden decir cuanto se les ocurra frente a un público que ni molesta ni es molestado.